Por Edmond de Estrella
En este su espacio hemos escrito sobre peloteros, managers, equipos, estadios, incluso sobre los elementos que distinguen al Rey de los Deportes como pelotas o gorras; hemos leído también algunas historias y hasta música con “El Rincón del Bohemio”, esto se debe a lo riqueza propia del béisbol que cuenta en todos sus ámbitos con estrellas de cajón y las directivas no podían ser ajenas a ello y por esa razón hoy queremos compartir con ustedes una pequeña remembranza de un personaje que en la década de los 60 principalmente, pero también en los 70 forjó una página importante en la historia de la Liga Mexicana de Béisbol y particularmente de los Diablos Rojos del México: Arnulfo Rodríguez.
Para 1960, luego de que problemas económicos de Héctor Peralta, derivados de la llegada al poder en Cuba de Fidel Castro y con ello un nuevo régimen económico, lo orillaron a vender al equipo rojo y tras varias entrevistas finalmente una sociedad encabezada por Manuel Marrón, Víctor Rivero Azcárraga, Jaime de Haro, adquirió la franquicia que para ese entonces tenía apenas 1 título en sus alforjas y aunque contaba con su afición, querían iniciar con una nueva etapa que fuera más exitosa tanto en el diamante como en la tribuna.
En esas coincidencias que el destino beisbolero ofrece, durante el receso invernal de 59-60, se anunció que los Tecolotes de Nuevo Laredo dejaban la ciudad fronteriza para asentarse en Puebla, en una nueva etapa de los Pericos. Ese movimiento generó que el Gerente General de los emplumados, Arnulfo Rodríguez quedara sin empleo y la novel directiva roja se dio a la tarea de hacerse de sus servicios.
Los primeros años no fueron sencillos y mucho se recuerda aún entre los aficionados de la vieja guardia, aquel movimiento de 1961 en el que Al Pinkston (para muchos el mejor bateador extranjero en la historia de la LMB) y Ernesto “Natas” García fueron cambiados al Águila de Veracruz por Miguel “Becerril” Fernández y José García. Un cambio que causó furor dados los nombres involucrados….
Al paso de los años aún se tienen diversos puntos de vista sobre qué equipo salió ganando con la transacción, ya que “Natas” y “Pinky” ayudaron a los Porteños a ganar el título en aquel 61, mientras que Fernández fue pieza clave para el título del 64, sin embargo lo que quizá inclinaría la balanza para una decisión sería el hueco que dejó García en la 2ª base para el México durante más de una década.
Ese movimiento fue de los más sonados, pero no fue el único y de hecho no necesariamente el más importante, se puede decir inclusive que aquel 61 fue el año del inicio de una reconstrucción escarlata, pues a este cambio se sumaría la contratación de otro estelar de la pelota nacional, Leo Rodríguez y el cambio de Francisco “Panchillo” Ramírez por un pitcher que fue todo corazón, entrega y con varios triunfos importantes: Rafael Fabela
Paralelamente Arnulfo hizo equipo con uno de los buscadores más reconocidos Ramón “Chita” (sí, lo leyó usted bien, con A) García, creando un sistema de sucursales escarlata que permitió al México irse abasteciendo de sus propios peloteros, no solo en esos años de los 60, sino en la década siguiente, cuando la novena capitalina se convirtió de golpe y porrazo tanto en el equipo de la década de los 70 como en el de mayor número de títulos, forjando esos nombramientos gracias a aquella base nacional surgida de la Liga Central, primero en San Luis y luego en Fresnillo, cuyo talento era tal que muchos de los peloteros que de ahí surgieron tuvieron que ir en algún momento a otros equipos a construir su historia: Nicolás Vázquez, Víctor García, Gonzalo Villalobos (Rey del triple de la LMB) Ernesto Escárrega, son algunos de los nombres al respecto.
El empuje de Arnulfo, combinado con el ojo avizor de García permitieron el surgimiento al profesionalismo de peloteros como Francisco “Paquín” Estrada, Alfredo Ortiz, Abelardo Vega, Arturo “Camarón” Álvarez, Carlos “Bobby” Treviño, Roberto “Tawa” Lizárraga, Aurelio López, Ramón “Abulón” Hernández, Miguel Suárez, Antonio Villaescusa, Ernesto Espinoza, Rafael Barrón, Abelardo Balderas.
Un año que fue decisivo en su carrera como Gerente General fue 1963, cuando consiguió, proveniente del Águila, el contrato de uno de los referentes escarlatas, Ramón Arano, que en la Capital del País vino a solidificar una carrera que lo llevó a ser el pitcher con más triunfos en el Verano, pero no fue lo único, también tomó la decisión de encargar el timón de la novena a Tomás Herrera que todavía un año antes se desempeñó como lanzador con el México, pero que en la dirección de novenas, sin duda pasaría a la historia como uno de los más recordados.
Así todo quedó listo para que en 1964, con un equipo bien aceitado que había sido subcampeón un año antes (solo superado por aquellos Pericos de Puebla de los “Camacho de la Destrucción”) lograra la conquista del podio de triunfadores en aquel calendario olímpico.
Otro movimiento audaz fue también muy importante para ese título. Hacia media temporada consiguió a Rudy Sandoval para que estuviera detrás del plato, posición que estaba un tanto frágil a la salida del veterano “Beto” Palafox. Rudy, llamado amuleto por todos los equipos campeones en los que estuvo, fue esa pieza en el engranaje escarlata que terminaron el año con un equipo de 1 solo extranjero (Harry “Petacas” Simpson) en la cima del béisbol de verano y con la 2ª corona en la historia de los Diablos Rojos.
En 1968 vino el segundo título en la era de Arnulfo. Ahora fue con solo peloteros mexicanos, prácticamente todos surgidos de las sucursales, un equipo peleador, aguerrido y sin tanto poder, pero que era difícil de derrotar y la muestra fue el juego de la coronación, un domingo contra Reynosa donde con Ramón Arano blanqueando y “Paquín” conectando cuadrangular para producir la única carrera, finalmente el México se ciñó su 3ª aureola.
Esa fue la última gloria de Arnulfo Rodríguez en cuanto a su paso por los Diablos Rojos, ya que para 1972 llegó Ángel Vázquez como dueño de la novena escarlata y aunque se mantuvo en su puesto, ya los movimientos eran dictados por el nuevo mandamás, lo que limitó la capacidad de acción que el Gerente tuvo durante la década previa, aunque como ya mencionamos la base de aquella exitosa generación fue creada por el Sr. Rodríguez..
Sí es que aún continúa con nosotros amigo lector, recordará que comentamos que el objetivo no solo era el éxito en el diamante, sino también en la tribuna y bueno Arnulfo Rodríguez en su tiempo fue conocido como el Rey de las Promociones, ya que fue un impulsor de muchas ideas que atrajeran público al parque de pelota y que aún en algunas ciudades de México continúan siendo utilizadas actualmente, como por ejemplo los días del vaso, del bat, de la gorra, esos últimos días de temporada con el Día del Fanático en el que se regalaban de manera vasta souvenirs del México.
Regalos, muy interesantes, por supuesto atractivos, pero no solo era eso, en su visión Arnulfo identificó en los jóvenes un mercado potencial y por ello a los estudiantes les permitía acceso prácticamente libre e inclusive en ocasiones les apoyaba para que viajaran a algunas ciudades a apoyar a los Diablos Rojos, más aún, de su propia bolsa llegó a patrocinar varios equipos amateurs, en los que por supuesto el cariño a la franela roja era el común denominador.
Era un visionario que tenía claro el sembrar para cosechar y vaya que lo logró, pues hace 5 décadas el México se convirtió en el líder de la taquilla, siendo su cenit en 1967, cuando 536,743 personas desfilaron por las taquillas de Av. Cuauhtémoc, de Viaducto (porque había taquilla ahí para entrar a lo que hoy pomposamente se le conoce como bleachers, pero entonces era “jardines” o “general”) y Xochicalco, siendo el primer equipo que lograba rebasar la mítica cantidad del millón de asistentes.
Mención especial, por lo curioso y que posteriormente ha sido visto en otras plazas también, es el matrimonio celebrado en el diamante, cuando Aurelio López, el famoso “Buitre de Tecamachalco” contrajo nupcias en el Parque del Seguro Social, un hecho insólito, pero que generó en su momento expectación y por supuesto el paso de más parroquianos por los torniquetes del desaparecido inmueble de la Colonia Narvarte, que vivió, sin duda, días de gloria y felicidad en aquellas jornadas.
Arnulfo Rodríguez dejó un gran legado en la oficina roja y en general en la LMB, aunque también participó por la Liga Mexicana del Pacífico, allá con los hoy subcampeones Águilas de Mexicali, pero lamentablemente problemas cardíacos generaron que el out 27 en su existencia cayera en 1982, aunque su recuerdo quedará para siempre ya que en 1988 fue inducido al Salón de la Fama del Béisbol Mexicano, en una generación de inmortales que incluyó en su line up a Héctor Espino, Horacio Piña, Pedro “Mago” Septién, Lino Donoso y Abel Francisco Cano, todos ellos grandes “Estrellas de Cajón” como lo fue, sin duda Don Arnulfo Rodríguez.
La fotografía relativa a los datos de la asistencia fue tomada del Libro "75 años. Diablos Rojos del México" escrito por Don Tomás Morales |