Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga
Un recuerdo al abuelo Pancho
Las simpatías por uno u otro jugador de cualquier deporte, van de los sublime a lo ridículo. Algunos prefieren el estilo de juego, sin profundizar en la calidad: --¡Viste qué jugada, ése es el mejor! Y allá van los otros: --¡No, hombre, no!, ese no puede compararse con “fulanito ni con menganito”. Se eleva la discusión, hasta que aparece la voz sentenciante de un veterano: --Ustedes no saben lo que es fildear ni batear ni nada de eso. En mis tiempos vi una tercera por allá, por donde el diablo dio las tres voces y les aseguro que como aquel ninguno. Los hay que ríen, otros maldicen y hasta quienes se van a las manos. Es la encantadora presencia de nuestra pelota.
Tales sentencias, llevadas de boca en boca, construyen una especie de legado entre jugadores y aficionados. Solo los números y el sostén ofensivo pueden demostrar lo contrario. Es el caso del jugador que hoy sometemos a vuestra consideración, entre los mejores y más longevos de cualquier época. Para muchos ha sido el mejor de su posición.
Desde los años cuarenta, hubo un moreno de no alta presencia, pero fuerte como el roble, que hacía malabares con el guante y la bola. Por entonces nadie se atrevía a objetarle el trono. Tanto y tan grande fue que algunos le achacan debilidad al bate, donde no sobresalió, pero hizo de las suyas.
Héctor Antonio Rodríguez Ordeñana, conocido en el exterior por Oh Henry, nació el 13 de junio de 1920, en Alquízar, actual provincia de Artemisa, y falleció en Cancún, México, el 1ro. de septiembre de 2003. En su mejor momento alcanzó una estatura de 5´8 y 165 libras de peso. Bateaba y tiraba a la derecha.
Dejó una impronta difícil de olvidar en la antesala, aunque también se desempeñó como torpedero. Cuestionado Martín Dihigo sobre el particular, no vaciló:
Héctor Rodríguez. Se afirma que en otros tiempos hubo antesalistas que hacían esto y lo de más allá (…) en Cuba yo no he visto a ningún jugador del patio desenvolverse en ese ángulo como Héctor.
Es oportuno recordar que por el color de la piel estaba vedado en la Unión Atlética de Amateurs de Cuba, pero sobresalió con el Orbay y Cerrato de las ligas semiprofesionales. Desde el inicio de la década del cuarenta, se lució en dieciocho temporadas de la Liga Profesional Cubana y un torneo independiente. En 1942-1943, con el Almendares (.242), 1943-1944 (.218), 1944-1945 (.244), 1945-1946 (.230), 1946-1947 (.287), 1947-1948, con el Alacranes del torneo independiente de la Liga Nacional (.286), 1948-1949, Almendares (.246), 1949-1950 (.260), 1950-1951 (.301), 1951-1952 (.269), 1952-1953 (.295), 1953-1954 (.290), 1954-1955 (.278), 1955-1956 (.267), 1956-1957, con el Habana (.240), 1957-1958 (.254), 1958-1959 (.204), 1959-1960 (.294) y 1960-1961 (.262).
De sostenida presencia en el terreno, en 1 262 desafíos y 4 699 veces al bate, registró 1 237 hits, para promedio de .263, con 574 anotadas, 522 impulsadas, 130 dobles, 79 triples, 15 jonrones y 111 bases robadas. En 1942-1943 logró el galardón de Novato del Año. En varias ocasiones fue electo en el Todos Estrellas de la Liga.
Sus resultados fueron encomiables en cuatro Series del Caribe con el Almendares: 1949 (.458), 1950 (.474), 1954 (.316) y 1955 (.190). En 24 desafíos y 83 veces al bate, logró 30 hits, para promedio de .361, con 16 anotadas, 14 impulsadas, 3 dobles, 5 triples, 2 jonrones y 3 bases robadas. En 1950 fue líder de los bateadores (.474), en carreras anotadas (6), triples (2) y en 1949 encabezó los hits (11).
Héctor Rodríguez está considerado el mejor tercera base defensivo que Cuba haya producido jamás. Era un hombre de 5 pies 7 pulgadas y 165 libras (otras fuentes afirman que 5’ 8), pero era un mago en tercera, dotado de reflejos rapidísimos y un brazo muy potente. Era rápido y grácil como un bailarín de ballet cuando fildeaba un toque de bola o un roletazo lento. Aunque lo cambiaron al Habana ya al final de su carrera, Rodríguez fue un almendarista desde el principio y se convirtió en miembro del núcleo esencial del equipo.
Estuvo entre los fundadores del Gran Stadium de La Habana (hoy Latinoamericano), el 26 de octubre de 1946, donde conectó de 4-1, con 1 carrera anotada y 2 impulsadas, desempeñando la tercera base y octavo bate del Almendares en el juego inaugural contra el Cienfuegos, dirigido por el mismísimo Martín Dihigo.
Se fue a jugar con la gente de su raza e integró el New York Cubans, propiedad de Alejandro Pompez, en las Ligas Independientes de Color o Ligas Negras Norteamericanas.
En 1939 jugó para los New York Cubans como sexto bate y torpedero regular. Allí conectó para .361, en dieciséis desafíos. Regresó a ese equipo en 1944, donde lo hizo para un pobre .238, como tercera base, aunque demostró poseer buen tacto y mucha velocidad en las bases…
También lo hizo en catorce campañas de las Ligas Menores, entre 1951 y 1966, con Montreal, Syracuse, Toronto y San Diego, donde bateó .281 (4899-1379), con 189 dobles, 49 triples, 40 jonrones y slugging de .365. Su fildeo fue de .957, con más tiempo como torpedero, 907 incursiones, por 377 como antesalista, así como 63 en los jardines.
Integró el Todos Estrellas de la esquina caliente, en la Liga Internacional AAA de 1951 con el Montreal y en 1953, con Syracuse. En 1951 resultó su mayor rendimiento tras promediar .302: ocho jonrones, 184 hits, 10 triples, 95 empujadas, 105 anotadas y 26 bases robadas. Fue escogido como el Mejor Torpedero en 1955, con el Toronto.
En 1951 había firmado para la organización del Brooklyn Dodgers, pero el 6 de diciembre de ese mismo año lo cambiaron al Chicago White Sox por el zurdo Rocky Nelson, quien poco después sería su compañero de equipo en el Almendares. El 8 de octubre de 1953 fue enviado al Toronto de la Liga Internacional AAA.
El 15 de abril de 1952, con treinta y dos años de edad, debutó en las Mayores con el Chicago White Sox, pero su bateo no le permitió estar más de una temporada, despidiéndose el 16 de septiembre. Allí promedió para .265 (407-108) en 124 juegos, con 55 anotadas, 40 impulsadas, 14 dobles, 1 jonrón, 47 bases, 22 ponches, 7 bases robadas y 307 de slugging. Defendió para .959, con 16 errores, 4to. en la Liga Americana en los dos aspectos. En el circuito mayor utilizó el número 36. Entre los antesalistas, fue 7mo. en frecuencia de ponches recibidos (18,5).
Si Héctor Rodríguez se hubiera dedicado a jugar el campo corto, hubiera pasado más tiempo en las Mayores. De haber sido blanco o de no haber existido en las Mayores las cuotas tácitas que limitaban el número de peloteros de color en las nóminas de los equipos, también hubiera tenido éxito en la tercera base. Eddie Yost, otro mago defensivo en esa posición, no era mucho mejor bateador que Rodriguez, pero Rodríguez, que vive en México, se labró allí una espléndida carrera, al igual que en Cuba, donde no solo lo idolatraban, sino que también reinaba sin discusión como el mejor tercera base defensivo de todos los tiempos.
Se había desempeñado en México y Venezuela con varios equipos, donde aumentó sus promedios. Debutó en tierras aztecas en 1943 con el México (.322). el Tampico de 1945 (.326), 1946 (.320), 1947 (.292) y 1948 (.284), compartiendo labor en esta última contienda con el Veracruz.
Entre 1949 y 1952, es bueno aclarar que en la Liga de Verano de México hubo un jugador con el mismo nombre, natural de ese país; muchos pensaban que se trataba del natural de Alquízar. Ya veterano, nuestro Héctor regresó en 1962 a la Liga Mexicana con los Diablos Rojos (.277) y 1963 (.273). También lo hizo con el Campeche de 1964 (.278) y Tabasco 1965 (.316), en la Liga del Sudeste.
Incursionó como manager en 1964 y resultó segundo con los Piratas de Campeche en la Liga del Sudeste de México (50-38). En 1966, de nuevo segundo con los Plataneros de Tabasco (63-46). En 1965 con el San Luis de Potosí Reds, en la Liga Central de México, Clase A, se proclamó campeón (88-51) y fue escogido como el Mejor Director en el Todos Estrellas.
También resultó campeón al frente de los Saraperos de Saltillo en 1968 (81-44) seleccionado Mejor Director de la liga, Clase A. En 1967 (2do.), 7mo. con el León Little de 1969 y último en 1970 (49-75). En 1974, con el Parras fue 4to. (35-43). Se despidió de la dirección en 1976, con el Guanajuato, terminando 2do. (34-33). Sus totales como director fueron positivos: 468 victorias y 416 fracasos (.529).
Entre 1946 y 1949, se desempeñó en Venezuela con el Pastora de la Liga Profesional Zuliana, donde resultó líder en triples (9), y en 1950 con los Gavilanes.
Otras tierras disfrutaron de sus servicios, porque Héctor Rodríguez fue un hombre de la época que le tocó vivir, eficiente servidor de la pelota cubana y extramuros. Las nuevas generaciones deberían rendirle el culto que merece y no encajarlo en el desordenado y triste olvido.
Liga Profesional Cubana:
JJ | VB | H | AVE | CA | CI | 2B | 3B | HR | BR |
1262 | 4699 | 1237 | .263 | 574 | 522 | 130 | 79 | 15 | 111 |
-En 1942-1943 resultó Novato del Año.
-En varias temporadas fue electo al Todos Estrellas.
-1ro. en veces al bate de por vida (4699), anotadas (574), triples (79), impulsadas (522) y empatado en dobles (130).
-3ro. en bases robadas (111).
-En el torneo independiente de 1947-1948 fue quien más desafíos jugó y empató el récord (92).
-Único jugador que acumuló por encima de los 1 000 hits (1237).
-Encabezó los triples en las temporadas 1944-1945 (5), 1949-1950 (9), 1951-1952 (6), empatado con Regino Otero y 1952-1953 (6) igual que Orestes Miñoso y Felipe Montemayor.
-Dominó las impulsadas (50) en 1950-1951.
Grandes Ligas:
JJ | VB | H | AVE | CA | CI | 2B | 3B | HR | BR |
124 | 407 | 108 | .265 | 55 | 40 | 14 | -- | 1 | 7 |
(Con documentación de Enciclopedias de las Grandes Ligas, Jorge Figueredo, Roberto González Echevarría, Baseball-Reference.com, Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga, Tomás Morales, Peter Bjarkman, Fernando Rodríguez Álvarez, Jesús Alberto Rubio, Carlos Castillo Barrio, James A. Riley, Seamheads.com, Jaime Cervantes, Félix Julio Alfonso López, Guías del béisbol cubano, mexicano y venezolano, René Molina, Eladio Secades, Eddy Martin, Elio Menéndez, Jorge Alfonso, Roberto Llende, Marino Martínez, Ángel Torres, Asdrúbal Baró, Rogelio A. Letusé La O, Peter Bjarkman, James D. Cockroft, Michael M. Oleksak, y otras fuentes).
Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga
Octubre de 2018.
- Alfredo Santana: El Inmortal del Béisbol, p. 125.
- Roberto González Echevarría: La Gloria de Cuba. Historia del béisbol en la Isla. Editorial Colibrí. Madrid, España 2004, p. 470.
- James A. Riley: The Biographical Encyclopedia of the Negro Baseball Leagues. Carroll & Graf Publishers, Inc. New York. USA, p. 676.
- Roberto González Echevarría: Ob. cit., p. 471. Referencia a la revista Maple Leaf News. Verano de 1958.
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