
Maty y Héctor.
Por Jesús Alberto Rubio
Llama la atención, sobremanera, lo que nos ha planteado el colega escritor e historiador venezolano Eloy Ramírez Cabrera.
Probablemente a usted también.
“No sé qué sucede con mi mente; he seguido el beisbol desde los 12 años, lo jugué, fui invitado a prácticas profesionales dos veces, fui fanático del equipo de mi ciudad toda la vida, escribí artículos, columnas, un libro y hasta un cuento de ficción basado en las Ligas Negras.
También, amé este juego teniendo como ídolo a un hombre que comenzó a jugar antes de que mis abuelos nacieran, y puedo recitar nombres desde el siglo 19 hasta el 2018.

Sin embargo, no siento que el beisbol ahora me guste; no veo tradición y observo demasiada avaricia y mercantilismo.
En igual forma, no veo ídolos que vayan a perdurar y para colmo y recolmo, la sabermetría le quito la belleza.
Lamento percibir esto y es por ello que ahora más que nunca me refugio en el beisbol que viví y el que ni siquiera vi, el de los grandes héroes....”.
Caray, caray.
¿Cómo la ven?
Strikiniki; ¡felicidades!

Por mientras, desde esta trinchera va mi felicitación perenne al colega Héctor “Strikiniki” Zaragoza López por cumplir en su Coatzacoalcos querida un aniversario más de su fructífera vida acompañado de su gentil esposa Maty y familia que le rodea.
Al amigo fraterno dos veces ganador del Premio Fray Nano que entrega cada año la Femecrode en su Asamblea Nacional, mis respetos y admiración tras también ya tener ya ¡60 años como cronista deportivo…!.
O sea, para que le digo que no ¡si sí!
Aquí le corto porque le diré que el servicio de Internet en casa se anda portando requetemal y no deja trabajar.
Ni teléfono, Netflix y la aplicación de MLB, pues… ¡cuidado con un infarto!
Ya le contaré cómo siguen las cosas.
No se vale.
Ok. Pase buen fin de semana.
Ya sabe.
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