* Se le comparó con Brooks Robinson, aunque fue superior con su brazo y fue catalogado como el mejor tercera base de su tiempo.
Por Jesús Alberto Rubio
Grata evocación.
Qué gratificante es recordar a un enorme pelotero que tuvo la oportunidad de jugar en México, Cuba y Venezuela.
Lo hizo en aquellos años en que hasta ante de 1947 la barrera racial de Ligas Mayores limitaba tajantemente el arribo de peloteros por el simple hecho de tener la piel negra.
Se le conocía como “Mamerto”…y también “Tulúa”. (“Mamerto”, por la estructura de su cuerpo, tipo gorila, con piernas, brazos y manos largas, fuertes y gruesas)
Sí: se trata de Ray Dandridge, quien fue algo formidable en el campo de juego.
Los aficionados de la Liga de la Costa del Pacífico lo recuerdan cuando jugó para Cd. Obregón haciendo pareja ni mas ni menos que con Beto Avila.
Dandridge fue tan grande que tiene nichos de oro en los Salones de la Fama del beisbol de EU y México.
Mis respetos.
Nació en 1913 en Richmond, Virginia y de muy joven destacó… ¡como un ganador de los Guantes de Oro en el boxeo amateur!
Sin embargo, pronto el béisbol se iba a convertir en su pasión.
Para 1933 ya se había convertido en un excelente bateador de las Ligas Negras: pegó .333 con los Detroit Stars dirigido por Jim Candy Taylor, quien al ver el potencial y la enorme capacidad de Dandridge, se dio cuenta que en realidad tenía en sus manos... un filón de oro.
Esa nueva relación pronto dio fructíferos resultados porque Taylor le enseñó las primeras técnicas que le harían a un excelente bateador.
Dandridge utilizaba antes un bat ligero buscando la barda, por lo que Candy le dio lecciones de cómo ser un bateador de contacto con un bat más pesado. Y de hecho, se convertiría en un bateador de líneas y no tanto un jonronero.
Para los dos siguientes años promedió .436 y .368 con Newark Dodgers. Luego jugaría para Nashville Elite Giants, Newark Eagles y New York Cubans.
En sus dos primeras campañas con los Eagles promedió .354 y .305, de modo Walter Fenner “Buck” Leonard, de los Homestead Grays. Otro formidable pelotero, considerado el “Lou Gehrig” de las Ligas Negras.
En su carrera en Ligas Negras de 1933 a 1938 compiló .335 y un .347 cuando vio acción en circuitos de Ligas Menores de la Gran Carpa.
En el 44 tuvo su mejor marca de bateo en su estadía en Ligas Negras: .370.
También vio acción como todo un estelar en tres Juegos de Estrellas del mismo circuito.
Mejor que Brooks Robinson
Ray jugaba con gran versatilidad y efectividad la primera, la segunda base, el campo corto y, por supuesto, la tercera base.
Como defensor de la esquina caliente es comparado con Brooks Robinson, aunque Dandridge era superior con su brazo. En su tiempo fue considerado como “el mejor tercera base jamás antes visto”.
Ray Dandridge brilló con intensidad en todos los diamantes donde jugó, fuese en EU, Cuba, México o Venezuela. Siempre impactaba por su bateo y su forma de fildear. Y qué decir de su coraje y entrega dentro del campo.
En la isla caribeña también impresionó por su forma de jugar, siendo uno de los peloteros predilectos de la fuerte Liga Cubana donde dejó plasmada su gran calidad y grandeza.
En Cuba lo llamaron Talúa Dandridge y tuvo grandes hazañas con los Tigres del Marianao.
Con los Azules de Veracruz
Ray Dandridge abandonó a las Aguilas (Eagles) de Newark en agosto de 1939 para entrar a un nuevo escenario: el béisbol de la Mexicana de Verano.
Monte Irvin, ayudó a los Newark Eagles a ganar la Serie Mundial de Ligas Negras en 1946.
En la Liga Mexicana, Ray Dandridge se presentó a jugar con los Azules de Veracruz en 1940 que había armado el millonario Jorge Pasquel y que se caracterizó por su poderío y grandeza al contar con un elenco de estrellas que a la postre son inolvidables, como Josh Gibson.
En una ocasión, dijo: “Jorge Pasquel nos pagaba más que en las Ligas Negras y en México nos trataba mucho mejor que en Estados Unidos; era un paraíso”.
Impactaba por su bateo y su forma de fildear. Y qué decir de su coraje y entrega dentro del campo.
“Mamerto”, fue grande: del 40 al 48, exceptuando el 44, era un real peligro como bateador y la prueba está en ese más que excelente .348 de promedio global que acumuló en el circuito veraniego.
Y dentro de esa gran travesía, el 48 fue el campeón bat, con .373.
Además, siempre dio cátedra de fildeo.
Está calificado como uno de los infielders que más rápidamente se deshacían de la pelota para hacer jugada en cualquier base.
En 1943 fue el mejor patrullero de la intermedia, con Azules de Veracruz y luego con el Club México ganó el primer lugar de fildeo de los shorstops por tres años seguidos: 1945-46-47.
En ese último año, destacó por ser mánager y jugó como campo corto, ganándose el respeto y la admiración de toda la fanaticada.
Militó en nuestro beisbol invernal en la campaña de 1948-1949 con los Yaquis de Cd. Obregón en la desaparecida Liga de la Costa del Pacífico, para quienes bateó .317.
De hecho, con su presencia en este beisbol invernal puso fin a su carrera en parques mexicanos dejando un gratísimo sabor de boca e inolvidables momentos tanto en invierno como en verano.
Novato del Año y JMV
A sus 35 años de edad, en 1949 retornó a Estados Unidos tras firmar para los Gigantes de Nueva York y jugar con su sucursal en Triple A: Minneapolis.
Ese año fue firmado por Alex Pompez, dueño entonces de los New York Cubans y buscador de los Gigantes, por lo que debutó con el club Minneapolis Millers, de la Asociación Americana donde para empezar fue el campeón bat con .362 además de llevarse el título de Novato del año (tenía ¡36 años de edad!).
Ahí también mostró su real categoría fildeando y bateando.
Con ellos jugó cuatro años promediando .318, además de ganar en 1950 el trofeo de Jugador Más Valioso de la Asociación Americana tras batear .311, pegar 11 jonrones e impulsar 80 carreras.
Aún así, los Gigantes nunca lo subieron a Ligas Mayores, como ya lo habían hecho con Hank Thompson, el primer afroamericano representativo de ese gran equipo que en 1958 iba a abandonar Nueva York para trasladarse a las costas del Pacífico, en California, y convertirse en los Gigantes de... San Francisco.
Con Minneapolis Millers jugaría hasta 1953.
Aún así, nunca fue llamado por un equipo de Ligas Mayores con todo y que ya se había roto la barrera racial.
Todavía era muy difícil que un jugador negro llegara a la Gran Carpa por más bueno que fuera. Y menos si ya rebasaba los 35 años de edad.
Pero de que Ray Dandridge pasó a la historia como uno de los más grandes jugadores que ha visto el béisbol,... eso ni duda cabe.
Y por supuesto, en 1987 ingresó al Salón de la Fama de Cooperstown. En México, fue entronizado en 1989.
Tras su retiro como jugador activo, Ray Dandridge trabajaría de mesero de un bar (bartender) y luego figuraría como director de Recreación de la Ciudad de Newark antes de irse a vivir a La Florida.
El murió el 12 de febrero de 1994... a sus 80 años de vida.
En su memoria. |